Sonia Ruiz del Valle, Criminologa del https://laboratoriopericialforense.com/
Cuando una persona sufre un accidente o un hecho traumático, no solo se debe de considerar las lesiones físicas visibles, sino también las consecuencias psicológicas y emocionales derivados del hecho traumático que van a afectar considerablemente a la vida de la persona que lo ha sufrido.
Este tipo de perjuicio se conoce como daño moral, el cual se define como las afectaciones no físicas ni patrimoniales que una persona sufre tras un evento traumático y que esta puede experimentar sufrimiento, angustia, ansiedad, tristeza e incluso pérdida de calidad de vida. Asimismo, debemos de conocer que a menudo este daño moral está vinculado al dolor físico prolongado, a la alteración del proyecto vital, a la afectación de la imagen corporal o a trastornos psicológicos derivados del hecho traumático.

En cuanto a su cuantificación, sabemos que si una persona sufre un daño físico, este daño será cuantificado y la persona afectada será la beneficiaria, pero ¿cómo se cuantifica el daño moral? Para ello hay que seguir una serie de pasos:

En primer lugar, se debe de establecer cuál es el hecho traumático que ha dado lugar al daño moral, es decir, si nos encontramos ante un accidente automovilístico, una negligencia médica, una agresión o incluso la pérdida de un familiar. Tras esto, se debe de realizar una valoración psicológica a través de entrevistas clínicas estructuradas o semiestructuradas, las cuáles deben de complementarse con test psicométricos como Inventario de Depresión de Beck (BDI-II) o el Cuestionario de Impacto del Evento (IES-R).
Una vez obtenida la evaluación psicológica, se debe de demostrar que el sufrimiento emocional deriva DIRECTAMENTE del hecho lesivo y no de otras causas preexistentes. Es por ello, que en esta fase, debemos de elaborar un trabajo de investigación que consista en analizar como se encontraba la persona psicológicamente con anterioridad al hecho traumático, comprobar la cronología entre el hecho y el inicio del sufrimiento emocional y determinar el principio de verosimilitud, es decir, determinar si la intensidad del daño corresponde en proporción lógica al suceso.
Finalmente, si se ha establecido que existe una relación causal entre el daño moral y el suceso traumático vivido, en países como España, estos daños no patrimoniales se reconocen como indemnizables. Si bien es cierto, que aunque no existan unos criterios de cuantificación exactos, los profesionales se basan en criterios orientativos como el Baremo de accidentes de tráfico (Ley 35/2015), así como, en precedentes jurisprudenciales que sirvan de referencia para determinar las compensaciones adecuadas.
En el máster en ciencias forenses, podrás profundizar en el estudio del daño moral, aprendiendo no solo a identificarlo clínicamente, sino también a comprender los métodos y criterios utilizados para su cuantificación económica en el ámbito jurídico.